jueves, 10 de julio de 2008

INDUSTRIA CULTURAL: CAPITALISMO Y LEGITIMACION



JESÚS MARTÍN BARBERO



















Fernando Ortiz, catedrático y responsable del módulo Nuevas Tecnológicas del Curso de Graduación de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Cuenca, nos ha encomendado el análisis del texto: Industria Cultural y Legitimación de Jesús Martín Barbero.
Dicho texto aborda el tema cultural a través de las temáticas: “Benjamin versus Adorno o el debate de fondo”, “Del logos mercantil al arte como extrañamiento” y “La experiencia y la técnica como mediaciones de las masas con la cultura”. De forma general el grupo cuatro del Curso de Graduación (responsable de esta lectura) sintetiza el tema y brinda aportes personales de los cuatro integrantes del grupo de trabajo.
Arte: concepción y tema polémico

Karina López
Jesús Martín Barbero al elaborar su texto especifica parte de su escrito en las opiniones y concepciones filosóficas de Benjamin y Adorno sobre el tema cultural. Partiendo de ello, Benjamin, pensador de la Escuela de Frakfurt (conceptos filosóficos marxistas) lanza un concepto muy poco pensado: “Lo popular en la cultura no como la negación sino como un cúmulo de experiencias y producción”. Con ello, el concepto de sociedad de masas va de la mano con la Unidad de Sistema que cita el autor, al referirse a que dicha unidad parte del análisis de la lógica industrial a través de: Introducción en la Cultura de la producción en serie y la Imbricación de producción de cosas y la producción de necesidades.

Esto se ejemplifica: Hasta hace poco los artesanos de la costura hacían los trajes a la medida del cliente y se preocupaban del más mínimo detalle, ahora, esos mismos artesanos confeccionan la ropa en serie. Y el cine comercial que permite al espectador fantasear y hasta aceptar cosas descabellezas como normales creando un sin número de necesidades.
La Unidad de Sistema describe tres dimensiones del arte:
1) Racionalidad Técnica
2) Degradación de la cultura en industria de la diversión (Baja calidad artística por la producción en serie o espectáculos vanos).La desublemación del arte (un arte menos elitista y a disposición de la mayoría).
Historia de la Cultura
Varios cuestionamientos llevan al autor a decir que la significación de la cultura se remite a la historia desde dos parámetros: Neutralización lograda a través de la enmancipación del ascenso de la burguesía (españoles) y de la Fenomenología hegeliana: frustración impuesta por la civilización a sus víctimas (incas y cañaris).

Exclusión y consumismo del arte
Para la mayor parte de artistas la concepción sobre cultura y expresiones artísticas es la libertad de mirar, sentir y expresarse. En torno a ello, hay dos ramificaciones: la una basada en la espiritualidad del concepto de arte lo que implica exclusividad para agente que puede comprar una obra original (exposición pictórica, una bienal de poesía, etc) y la segunda, el arte popular que la propia manifestación de los pueblos y con ello, el errado concepto de arte para las masas (una danza folklórica, una obra de títeres o de teatro callejero).
Tecnología e inmediatez
Barbero, pone sobre el tapete de la discusión la aseveración de Benjamin “las tecnologías logran la abolición de las separaciones y privilegios o teología del arte”. Clarifica el concepto con el ejemplo de la Pintura y la Fotografía que lleva a pensar en los modos de producción y los alcances de la fotografía.
“La técnica y las masas son un modo de emancipación” para Benjamín y yo comulgó con eso al observar las obras pictóricas de Ricardo Montesinos (destacado artista cuencano ) que con sus pinceles va contra el sistema capitalista y prefiere disfrutar de la vida en el campo.

Industria Cultural y Política

Iván Verdugo

El experto anima a estudiar las construcciones simbólicas del sentido y a diluir la dicotomía que supone pensar la cultura como la dimensiona auténtica o la expuesta en los museos, y la comunicación como la dimensión liviana o el plagio.
Sus líneas de investigación huyen del determinismo tecnológico y del pesimismo cultural: “Hay que investigar lo que nos dé esperanza, y como dijo Benjamin, la esperanza se nos da a través de los desesperados: hoy hay muchos desesperados en América Latina con gran imaginación y buscando una transformación radical de lo que es hacer política”.
Por lo que respecta a las industrias culturales, el experto insta a no confundirlas con la legitimidad del mercado: “La industria no es un puro producto del mercado sino que también se constituye desde la política”, considera muy pertinente trasladar al campo de la cultura el concepto de desarrollo sostenible.
La mayoría de nuestros intelectuales en América Latina sigue pensando que los gustos populares no son gustos. Y lo que no es el gusto de la burguesía y de la distinción no es el gusto. Y esto pasa con gente muy de izquierda; el gusto popular les da asco, y el asco es del estómago. Los intelectuales legitiman con toda una verborrea discursiva lo que es del estómago. En Colombia logramos por primera vez que el Ministerio de Cultura haga una encuesta nacional sobre consumos culturales. Esto significaba salir de la visión ilustrada, paternalista de que hay gente que sabe lo que el pueblo necesita y punto. Así como los medios te engañan diciéndote “yo sé lo que la gente sabe”, los intelectuales llevan siglo y medio diciendo que ellos saben lo que la gente necesita, que es aún peor.

Arte y Entretenimiento
María Susana Carrión
Más allá de la arbitrariedad propia del significado de cultura, casi siempre que se dice "industria cultural" sólo se intenta dar valor al conjunto de servicios y productos que se consumen durante el ocio o "tiempo libre".

Lo que debería producir una industria cultural, es arte; lo que produce es ocio, es decir, entretenimiento. Aunque se cree que el arte es superior al entretenimiento, ambas aspectos son asuntos distintos. Pero la industria del entretenimiento sí se esfuerza por estar en el mismo nivel que el arte, debido a su característico complejo de inferioridad.

El problema de una incierta industria cultural es que el beneficio económico es casi imposible de prever; en cambio, la industria del ocio dispone de sistemas de investigación que le concedan seguridad, similares a los de cualquier industria. El arte no toma en cuenta las apetencias y expectativas de la gente; la producción para el ocio, por el contrario, se basa en el estudio de los deseos de la gente, para producir sobre esa base.

El capitalismo acepta el arte sólo en cuanto sea capaz de convertirse en capital; de ahí el surgimiento y desarrollo de instituciones que generosamente dotan de fondos públicos, como: los museos de arte y las bienales; y mientras tanto la sociedad a la que se impone esta nueva concepción mercantilista del "nuevo arte" no tendrá legitimación de un verdadero arte, sólo de aquel impuesto por la comercialización.

Un claro ejemplo es sólo concebir el hecho en el que se diferencia la evaluación de los objetos de arte y su valoración artística, y el choque entre ellos, que no se resuelve sino adjudicando por un lado prestigio social a quienes se interesan por el arte, y poder a quienes son dueños de los objetos.
Los analistas de mercado aseguran que la gente sabe lo que quiere (o más bien que ellos saben lo que la gente quiere); mientras que los artistas sostienen que no se puede concebir de antemano. La industria exige planificación y el arte no admite planes; sólo surge por inspiración. Por eso de este modo sería imposible que exista una auténtica industria cultural. Sin embargo, hay una relación entre arte y entretenimiento, parecida a la que hay entre ciencia y tecnología: la industria del entretenimiento se alimenta del arte, y no puede desarrollarse donde no hay un movimiento artístico. Así como el desarrollo tecnológico es impensable sin una política de investigación científica
















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