I PARTE
El Museo del Sombrero del Centro Cultural de la Casa Paredes Roldán es el primero del país y del centro histórico de Cuenca
En la Calle Larga 10-41 entre General Torres y Padre Aguirre se observa en la fachada de una casa antigua con pajas toquillas multicolores y sombreros de exagerado tamaño. Estos elementos llaman la atención de turistas y gente de la ciudad, los más curiosos se inmiscuyen en la casona y observan los grandes murales pintados que describen la tradición de la paja toquilla.
Al interior de la casona se hallan diversidad de sombreros, con formas llamativas, acabados finos y de muchos colores acompañados de carteras, boinas y adornos pequeños; todo en paja toquilla.
Con sonrisas y con camisetas distintivas de paisajes ecuatorianos un grupo de jóvenes se pone a disposición del visitante. Flavio Shagui, artesano que labora cuatro años en la fábrica de sombreros, se ofrece a acompañar en un recorrido informativo por la casa.
Él, de la manera más cordial indica un espacio acogedor donde la paja toquilla, los rostros de las mujeres campesinas tejedoras del sombrero
( Biblián, Sígsig, Gualaceo, Paute y de otros cantones) con las hormas de madera, se conjugan. Aquí, las fotografías se roban las miradas al describir el proceso de la paja toquilla. Este material es propio de Montecristi, lugar donde la gente se dedica a cultivar, cocinar, procesar, secar y separar las fibras. En bultos las fibras de paja toquilla llegan hasta las asociaciones de mujeres campesinas que se dedican a tejer el sombrero.
Pie de foto: Flavio Shagui, uno de los artesanos guías del Museo.
Acabados finos
Sombreros con acabados toscos llegan a la fábrica o Museo del Sombrero, en este lugar seis artesanos se dedican a dar la belleza y estética de cada uno de ellos. En la fábrica se produce sombreros por tallas y para sectores definidos, el femenino y masculino. El sombrero con acabado fino cuesta 200 dólares y los de acabado normal, entre 15 dólares. Depende del acabado para el tiempo de elaboración de un sombrero, un fino puede tomarse tres meses y los más comunes dos días.
Para los turistas europeos es todo un placer adquirir un sombrero mientras observan su proceso de elaboración y mucha historia en torno a ello. Como por ejemplo el nombre del sombrero Panamá Hat, tomado del proceso de exportación a través del Canal de Panamá.
Máquinas forman parte de la historia
En el área denominada Museo se hallan pequeñas máquinas artesanales que hace treinta años ayudaban al proceso de creación del sombrero, entre ellas: la máquina alemana que servía para dar los acabados de costura, el molde de latón o de aluminio importado de Inglaterra que daba forma al sombrero y el interesante molino de azufre en el que se blanqueaba a los sombreros.
A esto se suman las planchas a carbón, moldes de piedra, mármol y madera (también verdaderas piezas artesanales).
Instrumentos de trabajo
Junto a la sala expositiva de sombreros acabados y exhibidos para la venta, en la parte posterior se halla un espacio con seis máquinas que ayudan a los artesanos a dar forma al sombrero con la ayuda de un molde de caucho. El sombrero al salir de la máquina sale calientito, "como un pan", precisa entre risas Tobay.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
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