El PERIODISTA, SU RETO PROFESIONAL Y SU COMPROMISO SOCIAL
Dentro del Módulo Producción Radial del Curso de Graduación de Comunicación Social se ha pedido comentar el artículo: “El Periodista: Su formación y responsabilidad” del autor Horacio Gómez Aristizábal.
Quienes conocemos de cerca el ritmo del trabajo periodístico, el que implica cobertura donde se generan las noticias podríamos compartir el criterio de Aristizábal al decir que los medios de comunicación se han convertido en máquinas de hacer noticias por la llamada inmediatez de la información. Y con ello, información floja, medianamente investigada y en el peor de los casos falsa por no enojar a los jefes y violar los horarios de entrega.
“Informar, orientar y deleitar” es una norma que debe cumplir el periodista para poder conservar su empleo. Pero si con el corazón cuestionamos ¿Qué informamos a diario los medios de comunicación? Porque la frase: “Lo que no se publica no existe” cada vez toma mayor peso.
Si el dueño del medio de comunicación o peor aún el supuesto “periodista” por razones personales no le interesa que determinada información se publique, simplemente no existe ese fenómeno social, ese problema latente o ese malestar colectivo?. De allí la importancia de la ética de la persona y aún más allá, del profesional. El “ingenuo o ingenua” que mordió el anzuelo de un sabido político, artista, empresario o fuente en general, jamás podrá informar con claridad, porque hay presiones de por medio.
En las entidades municipales es triste escuchar, en algunas ocasiones, que las comisiones para los llamados: “Periodistas” ya están listas para ser desembolsadas, por varios conceptos: “Porque no sacan noticias feas de la institución”, “Por las noticias publicadas” “Por concepto de publicidad”.
Quizá por esta situación muchos políticos creen que todos son iguales en el campo comunicativo. No se trata de pelearse con todo el mundo sino más bien asumir el compromiso de transparentar la información. ¿Cómo es posible que un dueño de comunicación sea a la vez el relacionador público de la entidad municipal o provincial?, Esta interrogante explica que ese relacionador público y a la vez periodista y dueño del medio de comunicación emita noticas a favor de la empresa que mensualmente gira los cheques del sueldo.
Para algunos grupos sociales pobres y marginales los medios de comunicación son como las “vacas sagradas” y los periodistas los llamados “Mesías contemporáneos”. Para muchas personas el que trabaja en radio, prensa y televisión merece extremado respeto y consideración y por qué?. Acaso esta no es una profesión como cualquier otra, quizá con mayor responsabilidad para educar e informar a numerosos grupos de personas. A quienes les acompañan una cara bonita, un cuerpo de medidas perfectas y de voces privilegiadas se olvidan de su misión y pretenden ser una estrella más de la farándula. Quizá, esto se da porque los gremios periodísticos no han sabido con precisión sus políticas de acción para respaldar a los profesionales de esta rama.
En la medicina por ejemplo sería descabellado que un empírico pretenda operar en un quirófano porque lo más probable es que el paciente forme uno más, del frio cementerio. Y en nuestra profesión esto del empirismo es tan normal que para muchos resulta lógico el accionar de estas personas en los medios de comunicación. Acaso no nos estamos dando cuenta que los públicos merecen respeto y consideración. No es posible que sean tomados el pelo con cantidad de programas basuras y de pobre contenido social, educativo y cultural que satura los diales de radio y programas televisivos.
Es descabellado pensar que una persona formada en las aulas universitarias y en la escuela de la vida pueda tener un espacio pobre de identidad y contenido en los medios de comunicación. Pero la gran verdad es que la mayor parte de programas radiales son conducidos por personas que ni siquiera han culminado el colegio. Su conocimiento es tan flojo que se refleja en su trabajo diario.
En la televisión una gran parte de los llamados profesionales son “modelos, ex reinas de belleza, deportistas y hasta cantantes” que están al frente de programas que entretienen a la gente vendiendo chismes que alejan de la realidad social.
“Hay que darle a la gente lo que le gusta” o más bien “Hay que darle a la gente lo que cómodamente y mediocremente puedo yo?”, esto es s un interrogante a contestarse de forma personal. Casi igual sucede en la prensa escrita, el sensacionalismo es evidente en muchos “profesionales”, en momentos de dolor y miseria humana son ellos los que protagonizan la noticia. Se convierten fácilmente de reporteros a autoridades en la capacidad de dar declaraciones, al respecto.
Considero que un gremio o asociación debería evaluar el trabajo de los comunicadores sociales a fin de recordar nos a muchos eso que se llama profesionalismo y ética. Algunos y algunas quizá estuviéramos a tiempo de no caer en la telaraña de la mediocridad.
Sanciones económicas y hasta morales deberían implementarse para los “profesionales del cuarto poder”.
LAS TRES C DEL PERIODISTA
Harry Dereks, destacado periodista holandés, en varios de sus talleres dictados en las provincias del Ecuador decía: “El que quiere meterse a periodista debería preguntarse si tiene la predisposición de las tres C para escribir las noticias. Quien no lo tiene mejor no se meta a camisa de once varas”.
Dereks al hablar de las tres C, se refería a que toda persona inmiscuida en el campo de la comunicación social debe tener: Cabeza para pensar y procesar las ideas que conformarán las noticias, Corazón para sentirlas y escribirlas sin dañar a nadie y C, de nalgas para sentarse las horas necesarias para trabajar frente al computador y garantizar la calidad del trabajo periodístico.
Estos requerimientos pueden ser un tanto jocosos pero en la vida práctica de total utilidad. Hay que escribir con las tres C.
Dereks al hablar de las tres C, se refería a que toda persona inmiscuida en el campo de la comunicación social debe tener: Cabeza para pensar y procesar las ideas que conformarán las noticias, Corazón para sentirlas y escribirlas sin dañar a nadie y C, de nalgas para sentarse las horas necesarias para trabajar frente al computador y garantizar la calidad del trabajo periodístico.
Estos requerimientos pueden ser un tanto jocosos pero en la vida práctica de total utilidad. Hay que escribir con las tres C.
CAPACITACIÓN PERSONAL
Bajo la escusa del tiempo se pretende justificar el trabajo mediocre que a diario se escucha, lee y observa en la radio, prensa y televisión pero lo más justo sería medir de forma personal la actualización de los conocimientos, el apego a los libros, revistas científicas y todo cuanto eduque.
Muchos llegan ante la fuente con un bombardeo de preguntas para figurar que sabe todo, otros no preguntan nada porque están descontextualizados, otros preguntan lo que las autoridades desean escuchar para mejorar su imagen y otros, en el peor de los casos se conforman con boletines de prensa. Una vil copia a la que llaman incansables horas de trabajo ¿Trascribiendo boletines?.
En fin dicen que en la viña del Señor hay de todo, lo paradójico es que las acciones malas resaltan más rápido ante la vista, el oído y la mente. Pero ello, no puede desmerecer a aquellas personas que contra corriente buscan posesionar su estilo y las ganas de trabajar en la rama del periodismo. En nuestro medio existen algunos colegas a los que merecidamente se les debería aplaudir por su loable misión y forma de trabajo. Grupo mínimo de profesionales que pese al bajo salario han sabido hacerse respetar ante las fuentes al no recibir ni coimas ni ningún tipo de favores.
El libro debe ser el fiel amigo del periodista, todo puede abandonar en la vida el profesional de la comunicación pero la fuente del conocimiento jamás porque eso sería un pecado. Es penoso escuchar a las fuentes: “Pero ve lo que ha escrito, o ha dicho julano de tal. Pero que se puede esperar de ellos, son periodistas y la mayoría de ellos ignorantes”.
Por supuesto que algunas fuentes expresan cosas así porque el medio de comunicación les ha dado donde más les ha dolido a la imagen de dicha institución o persona, pero otras, con justa razón se quejan de la falta de concordancia en la escritura, el cambio del contenido, faltas ortográficas y hasta inventos de algunos consagrados periodistas. Los mismos que viven sumergidos en el engaño de pensar que como ellos, jamás habrá. Es que el orgullo y la vanidad no les ha permitido observar que su trabajo es mediocre y que no aporta en nada a la sociedad.
Los que vamos a obtener el título profesional y a laborar en los medios tenemos dos opciones: formar parte del grupo de las “Vacas sagradas del periodismo” o ser éticos y realmente profesionales.
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